- por Erika Leiva, Fabiana Cruz y Hugo Díaz para el Diario del Juicio
Los imputados, de derecha a izquierda, José Ernesto Cuestas (tapándose la cara), Julio Cesar Meroi y Manuel Rubén Avila.
PH Elena Nicolay
Esta semana se reanudan las audiencias en las que se juzgan
los delitos de lesa humanidad cometidos durante el periodo conocido como Operativo Independencia. El jueves 1
de septiembre, la sala del Tribunal Oral Federal (TOF) volverá a ser el
escenario donde se reconstruya lo ocurrido hace más de 40 años. Cada
declaración, cada testimonio se sumará al entramado de eso que, todavía, espera
por justicia.
A lo largo de 22 jornadas pasaron ya más de un centenar de
testigos. El viernes 19 de agosto fue la última audiencia que se sustanció en
el edificio de calles Chacabuco y Crisóstomo Álvarez. Allí el pedido de
justicia sumó siete nuevas voces. Los primeros en declarar lo hicieron por los
secuestros de Barbeito Ysidoro Ferreiro,
Juan Jesús Ríos, Pastor Dante Campos y Zenaida Victoria Brito. De este grupo
de víctimas, Zenaida fue la única que recuperó su libertad.
Más allá de las descripciones que hizo cada testigo sobre lo
sucedido, lo que vieron en determinados casos; todos los dichos tuvieron un
pequeño punto de encuentro, tal vez no tan significantes para algunos pero sí
para otros. Son esos detalles los que no se borraron de ninguna de las memorias
de los testigos. Recuerdos que sobrevivieron a pesar del tiempo, de las
amenazas y los miedos sufridos: “Estaban vestidos de verdes, y con armas”,
coincidieron los testimonios. “Entraron y se los llevaron de la casa”,
advirtieron dejando claro que no hubo un campo de batalla. Estas frases se convirtieron en icono del
terror vivido en carne propia por miles de argentinos, familias enteras con la
marca del terrorismo de Estado durante la década del 70.
Diego Luis Ferreiro, hermano de Isidoro, comento como se
enteró recién, aproximadamente en el año 1982 de la desaparición y muerte de su
hermano. También recordó cómo su padre había realizado varios trámites por
intermedio del Consulado Español para poder saber el paradero de Ysidoro. Entre
las declaraciones siguientes, le continuó la de la señora Nancy Beatriz Brito, hija de Victoria Zenaide Brito y Juan Jesús
Ríos. Victoria y Juan Jesús fueron llevados detenidos en julio de 1975, con
tres días de diferencia, al centro clandestino que funcionaba en la ex Escuela
Diego de Rojas conocido como ‘La Escuelita de Famaillá’ donde estuvieron en
cautiverio.
Nancy Beatriz Brito tiene 42 años. Contó que su padre era
jornalero y fue secuestrado en el año 1975 en su domicilio en Curva de los Vega.
Hasta ahora es poco lo que se sabe de él. Victoria fue secuestrada días
después, encerrada y torturada durante dos semanas. Nancy, quien era muy chica
en aquel entonces, quedó a cargo de sus abuelos paternos que la cuidaron hasta
que tuvo nueve meses de vida. Luego de ese tiempo volvió al lado de su madre
que “vivía siempre con temor” y por lo tanto no podían residir en lugares
fijos. La testigo contó que recién a los seis años volvió a ver a su abuela
quien le dijo que nunca deje de buscar a su padre. Así fue como Nancy debió investigar por sus propios medios y
encontró en la agrupación H.I.J.O.S. quien le brindara la contención y las
herramientas para poder seguir en su búsqueda. De esta manera se pudo constatar
que Juan Ríos había sido llevado a la Escuelita de Famaillá, al igual que su
vecino desaparecido Segundo Oscar Porven.
Victoria Zenaida Brito contó que en repetidas ocasiones iban
a buscar a su pareja e intentaban armarle causas por drogas y armas, pero él
nunca se encontraba allí. Cuando finalmente dieron con Juan Ríos, lo obligaron a
desnudarse y salir de su domicilio para que se lo llevaran. La mujer cuenta que
los hombres mencionaban que recibían órdenes de Albornoz.
La testigo de 69 años contó que días después fue secuestrada
junto a su hermano Mario Salvador Brito. Según precisó fue en la madrugada del
28 de Julio de 1975. Entre sus captores describió a un morocho alto de barba y
bigotes. No pudo decir con certeza si llevaba peluca pero sí pudo identificar
una tonada porteña. “Te vamos a hacer de goma si seguís hablando”, le decían
cuando preguntaba hacia dónde los llevaban. Ambos fueron trasladados a la
Escuelita de Famaillá.
Victoria fue arrojada con los ojos vendados a un cuarto, ahí
fue reconocida por Nora Abdala quien le contó que no llevaba vendas en los ojos
y que por eso podía verla. Nora era militante, llevaba siete meses de embarazo,
había sido fuertemente torturada y tenía pérdidas de sangre, también le contó a
Victoria que ya no sentía los latidos de su bebé.
A Victoria le sacaron la venda de los ojos únicamente para
tomarle seis fotos de frente y perfil. Un hombre encapuchado fue quien hizo el
trabajo. “Él dijo que no le tenía miedo a los subversivos porque los mataba”,
recordó. La testigo contó que durante su encierro tenía mucho miedo, inclusive
de hablar ahí dentro. Era constantemente golpeada por los militares “me
gatillaban en la cabeza todo el tiempo”, dijo y agregó: “me pateaban y me
decían: ‘te vamos a matar hija de p’”. También señaló que escuchaba todos los
días llegar gente nueva al lugar: “‘otro fiambre’, decían”.
“Le pedía a Dios que me salve de las garras de esa gente
perversa”
En relación a su libertad dijo que luego de 15 días de
cautiverio la tiraron cerca de un molino, en unos cañaverales. “Te pongo en
libertad pero cerrá la boca porque si no te vamos a desaparecer a toda la
familia. Y a vos primero”.
Victoria también agregó que en el año 1997 tuvo que empezar
a ir al psicólogo porque se estaba enfermando y fue ahí donde se animó a hablar
por primera vez. Tenía mucho miedo y aún
tiene miedo por ella y por sus hijos. Su hermano actualmente tiene problemas
renales y una enfermedad terminal, su estado de su salud mental también se ve
afectado.
Finalmente concluyó que nunca más tuvo noticias de su pareja
Juan Jesús Ríos. Ella fue perseguida después de que obtuvo la libertad y además
le costaba conseguir trabajo. En casi
todos los lugares la despedían luego de conocer sus antecedentes. En aquellos
momentos difíciles “ni mi familia me quería recibir”
Cuando fue el turno del testigo Mario Salvador Brito
(hermano de Victoria) ambas partes resolvieron que el mismo sea atendido por
personal médico debido a que no se encuentra en óptimas condiciones físicas y
psicológicas para prestar declaración. De este modo su testimonio fue
suspendido.
(La testigo Victoria Zenaida Brito argumenta en
contradicción con los dos siguientes testimonios, que Pastor Dante Campos fue
secuestrado en el año 76)
Santa Clotilde Orellana, de 70 años es vecina de Villa
Carmela desde hace muchísimo tiempo. La mujer dio testimonio de lo que le ocurrió
a su cuñado Pastor Dante Campos y a Juan Jesús Ríos, primo de Pastor.
Una noche del año 75 llegaron hombres encapuchados en un
camión, portaban armas y estaban vestidos de verde. Ingresaron a la casa y se
llevaron a Pastor Campos y a Juan Ríos.
A continuación de la testigo le siguió su esposo Jesús Luis Campos, hermano de Pastor y primo
de Ríos. Al igual que su esposa, Luis
contó que se llevaron a los dos hombres. Supone que a él no le hicieron nada
porque en ese momento era muy joven, tenía 15 años. Jesús declaró que 10 o 15
personas se acercaron al domicilio, hicieron que todos los que se encontraban
allí salieran de la casa y que adentro sólo quedaran Pastor y Juan. No sabe si
los golpearon pero comentó que se escuchaban quejidos adentro. Jesús dice que
jamás volvió a ver a su hermano.
En relación a su padre Antonio Serafín Campos, contó que fue
secuestrado en el año 76 y que luego de tres largos años de detención en
Ushuaia fue liberado y al poco tiempo falleció.
La última testigo de la mañana fue Hilda del Valle Campos,
hermana de Pastor Dante Campos. Hilda contó que Dante fue secuestrado de su
casa de Curva de Los Vegas cuando ella tenía aproximadamente cinco años de
edad. Entre lágrimas la mujer conto que “lo sacaron por un agujero en la pared,
lo golpearon y le taparon los ojos”. A su padre de crianza Napoleón Ríos (quien
es a la vez su tío) le quebraron la costilla. Luego de esa terrible noche,
Hilda contó que no pudo averiguar nada sobre ellos.
De esta manera, el viernes 19 de agosto tuvo lugar un capítulo
más de recuperación de nuestra memoria. Nuevas voces, mismos culpables.
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